A veces se piensa que solo quienes escriben textos de historia, investigación periodística, o sobre economía y ciencias, por ejemplo, requieren de amplias lecturas, y no así quienes escriben novelas, cuentos o poemas, pues a estos les bastaría la inspiración. Craso error. Crear obras literarias requiere de un trabajo previo a la escritura, aunque se trate de literatura fantástica o de una autobiografía. Siempre es necesario informarse, es decir, leer mucho. Hay que estudiar gramática, cotejar hechos históricos o simplemente recordar algo que en tal o cuál diario o libro podría estar presente y al leerlos nos agilizaría la memoria. También es importante estudiar (leer) sobre construcción y planificación de escritura, o acerca de la métrica en el caso de la poesía. Aprender a escribir se aprende leyendo, sin duda. Es el paso primero. Siempre estaremos aprendiendo de aquellos que escribieron antes que nosotros. Puede parecer un perogrullo, pero es lo cierto.
Leer, además, significa actualizarse, estar al día en el desarrollo y estilos literarios. La literatura, en el fondo y para graficarlo metafóricamente, podríamos decir que es una especie de palimpsesto. Un gran libro compuesto por muchos libros, de los cuales vamos aprendiendo generación tras generación gracias a su lectura permanente.