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¿Escasa o nula presencia de público en la presentación de tu libro? El lado positivo del fracaso

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¿Escasa o nula presencia de público en la presentación de tu libro? El lado positivo del fracaso

En mayor o en menor medida, y en distintos ámbitos de nuestras vidas, todos y todas tenemos historias de fracasos que contar, como aquella vez cuando declaramos nuestros sentimientos a alguien y esta persona nos da un no como respuesta, o cuando ponemos todas nuestras energías en un proyecto donde invertimos tiempo y dinero, pero este no logra llegar a buen puerto. Algo similar ocurre en la industria editorial y creativa. Editoriales consolidadas, por ejemplo, costean la aparición en prensa de sus autores(as) destacados(as) para posicionarlos ante la opinión lectora, pero en ocasiones les ocurre que no consiguen contar con un número de público considerable en sus presentaciones de títulos o catálogos, tanto online como presenciales, que responda al esfuerzo invertido y que se traduzca, en definitiva, en ventas.

Este escenario para los(as) autores(as) autopublicados(as) nos es bastante familiar, puesto que, en muchas ocasiones, cuando queremos mostrar nuestros trabajos literarios, exposiciones o talleres, la escasa o nula presencia de público, nos puede generar angustia, frustraciones y cuestionarnos cuán pertinentes hemos sido en la creación de nuestras obras o actividades. ¿Te ha pasado? ¿Lo has sentido así?

Hace unos días, en Instagram, destacó un post bastante particular. La autora, abogada y máster en mercado de capitales y financieros, la argentina Helena Mestrada @helenamestrada, reconocida en medios de comunicación transandinos como columnista frecuente sobre temas relacionados a la autonomía de las mujeres y realizando entrevistas en torno a esa temática, publicó en su cuenta de esta red social de que, a pesar de haber aparecido en prensa en varias oportunidades informando sobre el lanzamiento de su segundo libro Dueña de tu dinero en un centro comercial, nadie llegó.

Helena Mestrada se hizo viral no solo por dar cuenta del hecho, sino que por naturalizar el fracaso y reconocerlo como parte de un proceso, manifestando que, si bien la producción tuvo un buen arranque gracias a unas notas en medios de comunicación, presentaciones y firmas de ejemplares en una feria literaria, aun así, nadie se presentó para conocerla a ella o a su obra.

“Creo que mi mejor versión ha salido más durante las derrotas que en los triunfos. Este fue el sube y baja que me tocó en 48 horas. De un pasillo vacío y frío, a cientos de mensajes de distintos países que me conmueven, me interpelan, y son un tesoro”, manifestó Mestrada en su cuenta de Instagram, agregando: “Creo que el posteo fue un catalizador de un cuestionamiento al uso de las redes sociales y en particular a LinkedIn, en lo profesional. Espero que el extraordinario rebote de mi humilde aporte motive a otros a no sentirse solos en los baches, y a jamás avergonzarse por ellos. No sé si es necesario compartirlo, pero al menos saber que detrás de un auditorio colmado, de un diploma brillante, de un ascenso luminoso, hay muchos pasillos vacíos”.

Su historia me llevó a abril del 2019, pocos meses antes del estallido social en Chile, cuando con nuestro editor Alejandro Lavquén creamos y organizamos una charla informativa del taller de lectura que titulamos Libros con Causa. Las preguntas de hoy en las respuestas de ayer. Releyendo a los clásicos. A esta actividad, que se realizó en las dependencias de la Biblioteca Pública de Providencia, solo una persona llegó. El resto de los asistentes eran lectores que estaban, en ese momento, en la Biblioteca, y los insté a entrar a la sala no solo para informarse de la actividad, sino que además invitándolo a una taza de café con galletas que teníamos disponible.

En total, solo 3 personas escucharon la charla, un trabajo que, en suma, demoramos poco más de 2 meses en preparar. Al cierre de este evento, nos cuestionamos muchas cosas, sabíamos que pudieron haber fallado mil más: la visibilidad en redes sociales, mejor presencia mediática, haber trabajado en conjunto con la Biblioteca para dar mayor difusión a la actividad, etc. etc. etc.

Lo único en que concordábamos es que la convocatoria había sido un tremendo fracaso. Y eso a mí me dolió, y me quebró por varios días y hasta semanas, puesto a que no solo mi esfuerzo se había desvanecido, sino que además yo había hecho trabajar a mi editor y diagramador durante casi 2 meses preparando sus temas y contenido para concluir en nada. Así lo vi en esa oportunidad. Ese día y los que vinieron fueron, para mí, un remezón.

Todo eso y más me cuestioné, porque soy de ese grupo de personas que, en Chile, profesionales o no, les ha costado absolutamente todo, y cuando nos hemos equivocado han habido otros(as) que se encargan de hacernos ver y saber cuáles son nuestros errores y defectos. Agreguemos, además, que vivimos en un país donde el fracaso tiene una connotación negativa desde que somos pequeños(as), desde la escuela. Por eso, creo, que me costó salir de ese hoyo. Pero hoy miro hacia atrás, y tal como mencionó Mestrada en su post, “todo es parte del proceso”, uno de esos donde el aprendizaje duele.

Como autor(a) o tallerista, de seguro tienes más historias que contar, ¿a ti te ha pasado?

Nos leemos.

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[VIDEO] Autopublicar en Chile, ¿es hoy posible?

Los 7 puntos que debe contener un contrato si firmas con una editorial

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Los 7 puntos que debe contener un contrato si firmas con una editorial

Imagínate el siguiente escenario: tienes un libro inédito (y varios autopublicados) y antes de que el texto salga a la luz, una editorial se fija en ti y en tu trabajo literario. Esta se contacta contigo para firmar un contrato con el objetivo de publicarlo bajo su sello. Entonces, ¿qué debes tener en consideración a la hora de estudiar el contrato?

Primero, ¡Felicidades! Ese es un gran logro que pocos(as) autores(as) consiguen. Segundo, antes de firmar un contrato debes tener en cuenta que es limitado el margen de negociación entre el(la) autor(a) y la editorial, puesto que la editorial interesada por tu trabajo sabe que no son muchos en la industria editorial los que apuestan por un(a) autor(a), ya que eso conlleva riesgos de inversión. Y tercero, debes saber que existen 2 tipos de contrato: el de edición y el de coedición.

¿Qué diferencia hay entre el contrato de edición y el de coedición?

En el contrato de edición la casa editorial se hará responsable de convertir tu trabajo literario en un libro. Es decir, velará por los procesos de corrección, maquetación, diseño de portada, impresión, conversión a eBook, distribución en distintos canales de ventas (librerías, supermercados (en Chile, Jumbo tiene destinado un pasillo para la venta de libros), multitiendas y sitios online), marketing y difusión de la obra. Por todo ese trabajo, la editorial se queda con un porcentaje y te entrega a ti una parte fijada por contrato. Este porcentaje equivale al 10 % del valor neto de la venta de tu obra.

La coedición es una mezcla entre el contrato de edición y la autopublicación. En simple, el(la) autor(a) paga una parte de los gastos que conlleva la publicación del libro, y el(la) editor(a) cubre el resto de los gastos. Tras la publicación, el(la) autor(a) recibe un porcentaje sobre las ventas de la obra acordado previamente en el contrato.

Siguiendo con el escenario que mencionamos más arriba, a continuación nos referimos a los 7 puntos que debe contener un contrato de edición.

Contrato de edición

Como todo documento legal, un contrato de edición o editorial debe ser SIEMPRE por escrito y este debe contener, a grandes rasgos, los siguientes 7 puntos:

  1. Los derechos de explotación que el(la) autor(a) cede al editor(a) y si lo hace en exclusiva. En este punto incluye los derechos de reproducción, distribución, difusión y transformación a lengua extranjera (traducción, adaptación).
  2. Ámbito territorial. En el contrato de edición se debe establecer claramente en qué países va a poder ser explotada la obra.
  3. Número de ejemplares que serán publicados. En el contrato debe quedar estipulado el número de ejemplares que la editorial publicará. Esto es en el caso de los libros impresos. En cuanto a los eBooks, se debe seguir el mismo procedimiento.  
  4. Características de la edición. Acá la editorial queda facultada para determinar el diseño, tipografía, ilustraciones, impresión, clase de papel, encuadernación, número de tomos y demás características que la editorial escoja para la obra. Esto también se aplica para la versión electrónica del mismo.
  5. La forma de distribución de los ejemplares y los que se reserven al autor(a), a los(as) reseñistas y críticos(as) literarios(as), y a la promoción de la obra.
  6. Pago por concepto de derechos de autor. La remuneración del autor suele fijarse de acuerdo con lo ingresado por ventas de su libro. Este pago, suele ser desde el 10% del valor neto de la obra (sin IVA), y las editoriales suelen entregar rendiciones de ventas 1 ó 2 veces al año. Sobre los eBooks este tiene un ingreso por venta para el(la) autor(a) de un 20% a un 25%. La editorial, con los libros digitales, ahorra costos de impresión, bodegaje y despacho, por lo que hay mayor margen de ganancia. No obstante, las editoriales suelen designar un pago mayor a autores(as) consagrados, a los que también les dan anticipos, tanto para libros impresos como ebooks. Recuerda que a la hora de la rendición se te debe adjuntar un informe detallado con los libros impresos, cantidad de textos vendidos, saldos disponibles en bodegas, librerías, entregados a consignación, mermas (libros dañados y que no se pudieron vender), etc.
  7. Tiempo definido para que el(la) autor(a) entregue la obra a la editorial.

Otro punto importante que debes considerar antes de firmar un contrato con una editorial es revisarlo con calma, y en lo posible asesórate con un(a) abogado(a) experto(a) en derechos de propiedad intelectual, en particular, a la Ley 17.336 que en Chile es la normativa sobre propiedad intelectual. Un(a) experto(a) puede ser algo costoso para un(a) escritor(a), pero si puedes hacerlo, hazlo y despeja todas tus dudas con el(la) experto(a) y el(la) editor(a).

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El primer autor literario del mundo fue… una mujer

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El primer autor literario del mundo fue… una mujer

En la foto: Enheduanna fue hija de uno de los primeros emperadores en la antigua Mesopotamia, rey acadio Sargón I, y fue la primera persona reconocida por producir una obra literaria propia.

Ante esta pregunta, muy pocos, o casi nadie quizás, se remonta más allá de la Grecia de Homero, a los Vedas de la literatura india, a textos chinos del siglo XI a.C, o a la Epopeya de Gilgamesh, el famoso texto épico que data de poco antes del 2000 a.C., y cuya versión más completa fue conservada en tablillas de arcilla, con escritura cuneiforme, en la biblioteca del rey asirio Asurbanipal. En todo caso, si bien la literatura sumeria y acadia son las más antiguas del mundo, la Epopeya (o Poema) de Gilgamesh, es de carácter anónimo. No existen pistas de autor o autores, o de autora o autoras.

Si queremos saber quién fue el primer autor que firmó sus obras con su nombre, debemos remontarnos a Mesopotamia durante el siglo XXIII a.C. para encontrarnos con Enheduanna, poeta, princesa y sacerdotisa hija del rey acadio Sargón I, que reinó en la legendaria ciudad de Ur. Fue Enheduanna la primera en firmar obras literarias con su nombre (o título de acuerdo con estudios, que significa “adorno del cielo”).

Obras escritas en cuneiforme

Enheduanna fue ella la primera autora del mundo. La poeta vivió entre los años 2285 y 2250 a.C., dejando obras como Himnos del templo sumerio y Exaltación de Innana, de alto reconocimiento en la sociedad que le tocó vivir. Su influencia fue importante considerando su cargo de Suma Sacerdotisa del dios Nannar (personificación de La Luna), que también implicaba cuestiones políticas. En cuanto a Innana, alabada en la obra de Enheduanna, era la diosa del amor, principalmente, aunque también se la asociaba a la guerra en el sentido de protectora.

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Los límites de un(a) editor(a), ¿hasta qué punto puede intervenir un texto?

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Los límites de un(a) editor(a), ¿hasta qué punto puede intervenir un texto?

Cuando un autor presenta su manuscrito a una editorial, inevitablemente se enfrentará a un(a) editor(a) que leerá su obra para aprobar o rechazar su publicación. De haber una respuesta positiva y sin observaciones, sería de no creerlo, casi un milagro, pues que esto suceda es casi imposible; siempre los(as) editores(as), en caso de aceptar publicar una obra, exponen una o varias observaciones que discuten con el(la) autor(a), no siempre llegando a un acuerdo, lo que muchas veces termina con la no publicación del libro. No son pocos los(as) autores(as) que consideran que las propuestas de los(as) editores(as) sobrepasan, en reiteradas ocasiones, el límite de hasta dónde pueden intervenir un texto.

Muchas veces los(as) editores(as) piden excluir o reescribir parte de una novela, o eliminar versos de un poema o sencillamente eliminar el poema completo. Otras veces intervienen en las características de tal o cuál personaje de la narración. También pueden proponer adecuar la trama a lo que está más de moda o incluso proponer cambiar el final de un cuento o novela. Aceptar o no las propuestas de un(a) editor(a), que pueden ser de forma y de fondo, será siempre una decisión a la que los autores se verán enfrentados cuando presenten sus manuscritos a una editorial, salvo que opten por la auto publicación.

¿Pueden mejorar una obra ya escrita las indicaciones o “correcciones” de un(a) editor(a)?

En lo formal quizás sí, en lo ortográfico, la tipografía y cosas menores, sí. ¿En el estilo del autor(a)? Puede que sí y puede que no, dependerá de muchos factores que tal vez vayan más allá de lo exclusivamente estilístico. Cada autor(a) tiene su impronta de escritura y motivos profundos sobre los temas que trata, por lo que no siempre es fácil involucrarse en la edición de un texto. Imagínense un(a) editor(a) que hubiese pretendido meter mano al Ulises de James Joyce o a Umbral de Juan Emar, obras de alta complejidad. ¿Qué habría resultado? La edición de un libro puede ser un acierto o un desacierto. Es el riesgo de publicar. Los límites a un editor serán siempre discutibles, pero en general necesarios, lo importante es la sinceridad y claridad en la relación editor-autor.

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